Marketing Experiencial El Secreto Mejor Guardado es este.

TÚ ERES ESPECIAL, TÚ EXISTES Y TÚ ME IMPORTAS.

David Copperfield, cuyo verdadero nombre es David Seth Kotkin, nació en Metuchen el 16 de septiembre de 1956.  Es un ilusionista de Estados Unidos que es considerado como uno de los representates emblemáticos de la magia actual y uno de los más reconocidos en su genero. Tiene diversos actos de ilusionismo reconocidos mundialmente y que van desde el desaparecer la Estatua de la Libertad, levitar sobre el  Gran Cañón de Colorado o pasar a través de la Gran Muralla China.

Aquí el mejor link para este tema:
XP | 😍 Como ATRAER CLIENTES a mi negocio de forma PERMAMENTE a través del SERVICIO y la EXPERIENCIA

Para los hombres, la magia siempre ha estado entre la realidad y la fantasía, entre la ciencia y la brujería, o en el medio de la ilusión de los creen y la incredulidad de los que dudan. Esa sensación de algo sobrenatural que nos rodea es como un puente anhelado que nos ha acompañado desde los inicios de la humanidad. Como explica Liceo Franco: “Para algunos historiadores la magia es algo primitivo. El hombre busca soluciones inmediatas a sus problemas y ha tratado de encontrarlas en las fuerzas ocultas de la naturaleza. En cualquier estudio sobre la evolución del hombre, como ser social, observamos la autoridad de un individuo sobre los demás (hechicero, sacerdote, etc.), que intenta controlar esa fuerza y usarla a su favor. Se considera que la magia está más próxima de la ciencia que la religión, puesto que la magia depende de la realización de una acción específica para que un favor o petición sea realizada por un espíritu o divinidad siendo posible dar órdenes e instrucciones a un ser sobrenatural para que éste cumpla nuestros deseos. Al contrario, en la religión todos los hombres están sometidos al poder de unos dioses supremos en cuyas manos está el destino de la humanidad.”

“Si a las personas las tratas como transacciones,
 ellas te tratarán como un desconocido.
Si las tratas como personas,
ellas te trataran como un eterno amigo.”



Esa acción llamada “magia”, donde logramos crear una experiencia que sorprende, genera una emoción en las personas. Un mago hace participar, involucra, conecta y convierte a su audiencia en un elemento activo de todo ese proceso. En este sentido, marketing experiencial es parecido  a la magia, con el requisito adicional de la necesidad de construir valor para la marca. Este “hacer sentir” a las personas genera situaciones inolvidables tal como la poetisa Maya Angelou resumió muy bien: “La gente olvidará lo que has dicho, la gente olvidará lo que hiciste, pero la gente nunca olvidará cómo las hiciste sentir.” No importa lo que digas o hagas, siempre que logres impactar haciendo sentir emociones positivas en las personas. Si a las personas las tratas como transacciones, ellas te tratarán como un desconocido. Si las tratas como personas, ellas te trataran como un eterno amigo.

En marketing experiencial trabajamos con personas que reaccionan ante los estímulos externos y generan emociones positivas: humor, alegría, interés, tranquilidad,  diversión, orgullo, etc; o también emociones negativas como: ansiedad, ira, tristeza o culpabilidad. Siempre las personas son personas en esencia y en marketing experiencial, esas personas son el centro de nuestra actividad para lograr esa excelencia en experiencia cuando asumen el rol de cliente, shopper o consumidor.
Cuando movemos los hilos de la conexión emocional para convertir marcas normales en amadas, entramos al interior de las personas. Estas emociones están basadas en nuestras respuestas cognitivas, es decir en las creencias y pensamientos respecto a algo. Está radicado en el interior de cada uno de nosotros y es algo contra lo cual no podemos luchar  por lo que preferimos dejarlo fluir para sentirnos bien. Esto, con cada conexión emocional lograda, quedará guardado en alguna parte de nuestra memoria, en un sentir, y por lo tanto condicionando a que una parte de nuestra relación interna logre pasar desde la emoción al sentimiento.
Esto lo logró la marca Apple con sus tiendas experienciales donde la suma de contactos sensoriales permiten al usuario ingresar a un mundo distinto donde las emociones son potenciadas. Este es el legado de la Apple Store de la Quinta Avenida, icono de la empresa de Cuppertino, donde Steve Jobs buscó “literalmente” meter a las personas dentro de la marca.  Su fundador deseaba crear experiencias y tratar a las personas como personas, dejarles sentir ese “tú existes” y llevar un negocio donde las personas están antes que las meras transacciones.

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Como hacer un CUSTOMER JOURNEY MAP o MAPA DE EXPERIENCIA CLIENTE | Las 7 ETAPAS (Completas) | CX


Cada “respuesta emocional” (movimiento interno) generará en consecuencia una “respuesta conductual” (movimiento externo) que se reflejará en el comportamiento hacia el producto o la marca. Esto se convertirá en una recomendación, recompra, alejamiento, rechazo, busqueda, consumo, etc.  Este sentimiento: “Yo amo a Apple” o “Yo amo a Samsung”, se verá reflejado en los comportamientos de las personas en forma de transacciones. Esto nos comprueba que pensar en personas nos trae como consecuencia un mayor valor en forma de ingresos para nuestra empresa. Nuevamente vemos que la magia del marketing experiencial está en permitir poner a las personas antes que las transacciones pero seguir haciendo muchos negocios.
Todo en el amor cuenta, especialmente cada pequeño detalle cuenta donde lo más importante será hacer sentir a las personas algo como: “Tú eres importante, tú me interesas y tú existes.” Esta es la magia del marketing experiencial, que convierte al marketing sensorial en la puerta al marketing de emociones y sentimientos.

“Si logras construir una gran experiencia de compras,
los clientes se lo dicen unos a otros.
El boca a boca es muy potente.”
Jeff Bezos

El secreto mejor guardado es este.
Las empresas que tienen la bandera de la excelencia poseen un secreto muy  bien guardado y todas tienen el mismo patrón de comportamiento. Cuando estudio las razones por las que las marcas son existosas y que resaltan la cantidad de fanáticos que poseen, encuentro tres factores que se repiten de forma constante en cada acción que realizan: Tú me importas, tú existes y tú eres especial.
No es nada complejo y hasta parece que esa mezcla de algunas variables comunes como: un saludo, ajustar la temperatura del ambiente, la flexibildad, una sonrisa, los detalles, la anticipación o algunas palabras precisas en los momentos adecuados. ¿Todo muy simple? Por supuesto que sí, ya que la simplicidad tiene un poder más grande que la misma complejidad.

“Todos los cocineros tienen los mismos
ingredientes a su disposición pero sólo
algunos tienen el don de convertirlos en maravillas.”



Tres motores que mueven al mundo.
La metodología de marketing experiencial tiene tres gatilladores muy simples pero potentes para generar emociones positivas. Más potente, inclusive, que el hacer o decir es el “hacer sentir” a las personas lo siguiente:

1)    Tú me importas.
2)    Tú existes.
3)    Tú eres especial.

Muchas veces las empresas no pueden controlar la totalidad de los hechos o la posibilidad de servir a sus clientes. Por ejemplo, si el cliente quiere que su pedido sea entregado en 24 horas y nuestro minimo tiempo de entrega es de 36 horas, no podremos cumplir con su deseo; o si quiere comprar al crédito sin tener todos sus documentos completos, tampoco podremos venderle en esas condiciones. En general, habrá casos en donde todos los deseos no podrán ser cumplidos, por más que tengamos las ganas o  predisposición de hacerlo. Sin embargo, lo que hagamos o digamos no es tan importante como lo que le hagamos sentir; y aquí entra el secreto de los tres impactos del marketing experiencial: “tú me importas, tú existes y tú eres especial”.



Tú eres especial.
En muchos lugares nos atienden muy bien como parte del proceso transacional a lo que se llama: “buen servicio”. Ahora, si deseamos movernos hacia la excelencia en experiencia la pregunta sería: ¿En cuantos lugares nos han hecho sentir especial? 
Para graficar este concepto voy a irme al lado opuesto explicando con una breve historia, por qué “no me sentí tan especial”. Hace unos meses fui a una florería a enviar un arreglo por el aniversario de uno de nuestros clientes. La persona que me atendió me mostró las alternativas que ofrecían hasta que elegí la que me pareció la más adecuada. Pregunté si tenían un servicio de reparto y me respondieron que sí, pero que tenía un costo adicional. Todo bien hasta ese momento, ya que es natural que algunos lugares no tengan incorporado costo del reparto. No resaltaba con esto de entre las otras florerías pero no esperaba más de un pequeño centro de venta.
El problema surgió cuando estaba escribiendo la dirección y le pregunté sobre el monto de recargo por el envío y me dijo:
-        Son cinco dólares si está dentro del distrito y diez si es fuera.-
Le escribí la dirección en un papel y se lo entregué.
-        Son diez dólares por el transporte – indicó.
Sorprendido porque la oficina de mi cliente estaba muy cerca, le pregunté si estaba en lo correcto. Él levantó la mirada como diciéndome: “¿acaso eres tonto? Ya le dije que son diez dólares.
Yo volví a insistir pues el lugar quedaba muy cerca y el dependiente con cara de pocos amigos me dijo:
-        Ese lugar queda al otro lado de la calle, es número impar y por lo tanto es del otro distrito. La acera de de esta zona son los números pares. Son cinco dólares de este lado de la calle y diez del otro porque ya es otro distrito.
Lo que me molestó (emoción negativa) no fue el monto del dinero como cliente sino lo que me hicieron sentir como persona. Era un simple: “Tú no eres especial. No voy a hacer ninguna excepción contigo. No importa si la camioneta se cuadre de este lado y el chofer pueda cruzar caminando. No lo vamos a hacer porque usted no es especial.” Nuevamente no importa lo que te digan (eso lo puedes olvidar) sino como te hagan sentir (guardado como emoción negativa).
Hay muchos casos de este tipo donde por cumplir ciegamente los parámetros que nos indican dejamos que pasar oportunidades para convertir compradores en clientes recurrentes. Un caso muy reciente en en sentido contrario a lo que debe de hacerse es una aerolínea en latinoamérica que ha pasado de ser una marca de servicio a convertirse en una empresa transaccional. Es una marca que cree que ha evolucionado para ser de bajo costo (low cost) sin darse cuenta que ha involucionado convirtiendose en una fábrica de generación de emociones negativas en sus clientes.  Ahora, además de haber reducido el espacio entre asientos a un nivel ridículo, cobran por cada equipaje y te venden hasta el café que ofrecen. Han puesto como “un mercado” dentro del avión. Dentro de esta política extremadamente mercantilista han puesto precio a cada espacio y si deseas elegir asientos; los de adelante cuestan más, los de ventana o los que están colocados en las filas de emergencia. Es decir, la aeronave es un mapa de de venta de ubicaciones. Pero todo esto está bien porque en un libre mercado todos pueden elegir que marca utilizar. Siempre hay alternativas para utilizar otra aerolínea o si deseas tmabién puedes viajar en bus.
Sin embargo, lo importante no es lo que te hacen sino como te hacen sentir. Esta historia comienza en este punto, cuando una vez tuve que usar esa marca y me encontré con un amigo tomando también el mismo vuelo. Él estaba sentado en la fila nueve y yo en la fila doce.  Sólo tres líneas de diferencia. Como el avión estaba casi vacío y la puerta del avión ya cerrada, me acerqué a la aeromoza para preguntarle si me podía mover hacia adelante ya que el asiento estaba disponible. Su respuesta fue la siguiente:
-        Señor, si usted se mueve al costado de su amigo tendrá que pagar la diferencia de tarifa por ese asiento. Pero si su amigo se mueve para atrás, él no tendrá que hacerlo porque las de atrás cuestan menos.
-        Señorita, pero el avión está vacío y son sólo tres líneas – respondí.
-        ¡Esa es la política de la aerolínea! Lo siento – respondió y me miró como diciéndome: “Mejor vuelva a sentarse porque está ocupando el pasillo.” Lo cual supongo también habían lotizado y puesto precio.
Mi pedido no se trataba de subir de clase económica a una de negocios sino sólo de moverse tan sólo tres líneas en un avión casi vacio. Tampoco eran los cinco dólares adicionales que cobraban por escoger tu asiento o los siete dólares de diferencia que salía poder estar en la fila nueve en lugar de la doce. Lo importante fue la emoción negativa que generaron al hacerme sentir: “Tú no eres especial, tú no existes.” Tú para nosotros eres más que una transacción y es mejor que te comportes tan sólo como eso.

“Cualquier tonto convierte un producto en un servicio de bajo costo y transaccional. Se requiere algo de genialidad para hacerlo y seguir conectando emocionalmente de forma positiva con los clientes.”

¿Cómo queremos hacer sentir nuestros clientes? Miren bien la pregunta y encuentren la diferencia entre el concepto de “servir” y el de “hacer sentir”. El primero está dentro de lo esperado por nuestros clientes y por lo cual van a evaluar nuestro servicio: Muy bueno, bueno, regular o malo. Esas son las caritas felices o tristes que a veces llenamos en algunas encuestas que nos entregan al final del servicio. 
La parte experiencial está más allá en el “hacer sentir”, y crear esas emociones positivas  posiblemente imperceptibles racionalmente y que que nos traerá de vuelta una y otra vez hacia esa marca.
No importa el negocio que tengamos, así sea un kiosko, un puesto de mercado o el de un lustrador de calzado de la calle. Todos estos son “operadores de bajo costo”, pero, ¿hacen sentir mal a sus clientes? Todo lo contrario. Buscan que te sientas muy bien para que regreses siempre: “Caserito vuelva pronto” o “Señora Juanita que gusto que le haya ido bien a su hijo en el colegio.” Sin embargo, por más que estos negocios sean operadores de bajo costo, el lustrabotas no te dice con cara larga, como la de la aeromoza de esa línea aerea: “Si deseas leer el diario te cuesta un dólar adicional o si quieres que te lustre el calzado sentado, te costará dos dólares mas.” Ser un operador de bajo costo no significa ser un mercantilista transacional sino por el contrario es ofrecer un buen servicio según la expectativa esperada pero sorprendiendo con cada pequeño detalle positivo que no nos cueste dinero adicional. Pequeños detalles hacen grandes diferencias. Inclusive siendo un producto de bajo costo no tienes la necesidad de volverte transaccional. Recuerda que el secreto es priorizar a las personas sobre la transacción, generando emociones positivas que nos muevan a ser una marca amada. “Cualquier tonto convierte un producto en un servicio de bajo costo y transaccional. Se requiere de genialidad para hacerlo y seguir conectando emocionalmente de forma positiva con los clientes.”

“Los clientes compran por sus razones,
no por las tuyas”.
Orvel Ray Wilson


Tú existes.
¿Cómo hacer sentir a una persona que existe para ti? ¿Cuáles son los factores que permiten que alguien se sienta feliz con tu presencia? ¿Hay formas de estar ausente mientras estas aún en el mismo lugar?
En la película “Click” del año 2006, protagonizada por Adam Sandler, Michael Newman logra encontrar un control universal que le permite saltar el tiempo librándose de las partes molestas de la vida cotidiana como la cena familiar, un resfrio o discusiones con la esposa. Sin embargo, el misterioso vendedor llamado Morty que se lo entrega, le indica que si hace esto, su cuerpo estará como en piloto automático y no sólo se perderá las partes malas de la vida sino además todas las buenas que están en el medio. Al avanzar la trama, Michael Newman se da cuenta que se ha dejado de vivir una vida simplemente por no haber estado presente.
De la misma manera sucede cuando ponemos el televisor en la hora de almuerzo cuando estamos con la familia, abrimos nuestros teléfonos celulares en el paseo de fin de semana, leemos el diario, a pesar que hay alguien cerca o hablamos a una persona sin mirarla a los ojos porque estamos haciendo una tarea rutinaria. Simplemente le estamos haciendo sentir que: “tú no existes”.

¿Alguna vez en tu oficina te has acercado a alguien para hablarle y sigue sentada escribiendo en su computador; levanta un poco la cabeza y te dice sin mirarte: “Te estoy escuchando.” Pasan unos segundos más y tú sigues parado ahí frente a ella pensando: ¿Qué hago? ¿Será mejor que yo regrese más tarde?  Hay una emoción negativa que recorre tu cuerpo pensando: “Me ha hecho sentir que no existo y que no soy sufientemente importante como para detener lo que estaba haciendo.” Esa emoción, aparentemente sacada de una película de Woody Allen, es la que a veces nos “hacen sentir” ante una llamada a la central de la compañía telefónica o de un ministerio público: “Marque el seis si no desea existir.”   
¿Qué pasa en las empresas cuando vamos para ser atendidos? ¿Nos relacionan con una persona o con una transacción? Nos “hacen sentir” que existimos o que somos una pieza más de una atención rutinaria del día? Cerremos los ojos e imaginemos que estamos entrando a un banco. Hemos cruzado la puerta y nos dirigimos hacia la ventanilla para hacer una operación y al preguntar nos entregan un formulario diciendo sin mirarnos: “Llene esto y luego regrese, por favor”. O también cuando en el mismo banco nos llaman por un número: “AIO569 pase a ventanilla ocho”. ¿Somos personas o somos una transacción para ellos?.  Tal vez para aquellos que nos asignan un número simplemente “no existimos” o por lo menos, eso es lo que nos hacen sentir.



Debo de resaltar que hay algunas excepciones ya que en Perú un banco, llamado Interbank, ha hecho un esfuerzo por cambiar esta llamada numérica por una donde nuestro nombre aparece en la pantalla. Es un buen esfuerzo en la dirección correcta porque nos da a entender que detrás de la atención y servicio (transacción) les interesa nuestra experiencia (persona). Es un buen giro y ejemplo para aquellas instituciones que también ponen filas de atención segregando a los clientes de los “no clientes” y a los VIPS en filas preferenciales. ¡Increíble que no se den cuenta lo que están gritando! Por un lado de dicen a los VIPS: “Ustedes son importantes”, que está bien y les ayuda a fidelizarlos. El problema está en el otro 90% de clientes a quienes también le están gritando: “¡Tú no existes! ¡No me importas! ¡Tampoco eres tan especial como para esforzarme en que tengas filas mas cortas o esperes de forma mas placentera!”

En la cultura de excelencia en experiencia cliente, todos nuestros clientes son muy importantes. Todos tiene un excelente trato y servicio. Si deseas que tus VIPS tengan beneficios especiales, pues que los otros grupos no se den cuenta de la discriminación. Un buen ejemplo de este tipo de atención preferencial son los clientes ENALTA del banco BCP que son atendidos en oficinas especiales fuera del público, tienen tarjetas, beneficios e invitaciones especiales que permiten su fidelización. Todo eso está bien, pero nunca los otros grupos deben de sentir las diferencias en los sitios de atención. A los que no les “das” beneficios, los estás “haciendo sentir” mal y eso nunca te lo perdonarán.  No es lo que hagas sino como haces sentir a las personas.

 Tú me importas
¿Cuántas veces hemos estado parados, esperando frente a una ventanilla de un banco, llamando frustantemente a una empresa de telefonía o girando en círculos ante una gestión estatal? Recordemos, ¿Cuál fue nuestro sentimiento más allá de la atención que recibimos?
Muchas veces nuestra frustración y enojo (emociones) no se generan por el tiempo de espera o mala atención sino porque comenzamos a sentir que “no les importamos”. No hay nada peor para una persona que una empresa le grite en la cara: “¡Tú no me importas!”

“Tus clientes más descontentos son tu
mayor fuente de aprendizaje.”
Bill Gates

¿Cómo podemos hacer sentir a nuestros clientes que les importamos? Esta es la primera pregunta y clave para crear una estrategia de marketing experiencial. No se trata de pensar creativamente en que actividad promocional podemos hacer para volverla viral, se trata de pensar sinceramente en nuestros clientes como personas. Recordemos que marketing experiencial esta siempre primero la persona y luego la transacción, lo que se traduce en un: “!Tú me importas!”


Este artículo es un extracto de mi libro FANÁTICO: MARKETING EXPERIENCIAL MÁS ALLÁ DEL SERVICIO AL CLIENTE.
Aquí les alcanzo también algunos links a mis videos sobre este tema:

El Círculo Dorado de la Excelencia en Experiencia Cliente

Excelencia en Servicio al Cliente: La importancia del Nombre

Como vender más controlando el tunel de conversion del shopper - Anuor Aguilar

Marketing Experiencial: ¿Cómo comunicar nuestra marca en los tiempos de las redes sociales?

¿Cómo hacer una Planificación Estratégica Exitosa en 5 etapas?

Cómo Ganarle a la Competencia sin bajar los Precios - El Factor del Valor Diferencias

Puedes escribirme a mi correo: anuoraguilar@gmail.com

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