Marketing Experiencial De la propiedad a la experiencia.



Parece que se ha generado también un quiebre en la relación de valor que otorgan las personas a las propiedades con respecto a las experiencias. Este reordenamiento ha hecho que valoren más un viaje por el mundo (experiencia = activo emocional) que un nuevo vehículo (propiedad = activo monetario) Prefieren tener la experiencia de un departamento en Cancún que la propiedad de uno o viajar en un vehículo que sacrificar su tiempo intentando comprar uno. ¿Será posible que se prefiera la experiencia a la propiedad? ¿Qué ha cambiado en los últimos años? ¿Por que escuchamos frases como: “Prefiero viajar y conocer nuevos lugares a estar pagando una hipoteca al banco.”? ¿Es posible que las personas prefieran las experiencias por sobre las propiedades? ¿Es posible que prefieran ir al gimnasio saliendo a las cinco de la tarde que quedarse hasta las diez de la noche para ser ascendido? ¿Qué pasó con aquellos ejecutivos que trabajaban estresando sus vidas para comprarse el auto del año? ¿Qué pasó con aquel empleado que aceptaba los gritos de su jefe para poder mejorar su vehículo o pagar la cuota del club? ¿Ha cambiado algo ese mundo que priorizaba las propiedades, ascensos, inversiones e hipotecas inmobiliarias por sobre su calidad de vida? Es posible que sí. Veamos.   


Hace algún tiempo, en un mundo extraño y lejano, la búsqueda de la aceptación social estaba ligada al lugar donde vivíamos, los cargos que teníamos, los títulos universitarios que colgábamos, las empresas donde trabajábamos, los autos que comprábamos o las marcas de ropa que usábamos. Todo lo hacíamos para poder tener más amigos que nos hagan parte de su mundo y ser “socialmente aceptables”; y aunque ahora eso nos parezca bizarro, ese era el mundo donde los consumidores del siglo XX habitábamos.  Valorábamos más la propiedad que la experiencia como puerta para ser aceptado socialmente y “existir”.  Si es que en algún momento alguien dudaba de este orden, ahí entraban en juego los reforzadores psicológicos llamados: “comerciales de televisión”, donde aparecía James Bond con su reloj Omega o la modelo subida en el auto del año recalcándonos: “Si quieres ser socialmente aceptado, cómprate esta marca de vehículo, usa esta ropa o adquiere este nuevo par de zapatos.” Extraño, ¿no es cierto? Por suerte, ese mundo ya acabo.

 “Marcas más humanas que han comprendido
 las nuevas necesidades de las personas y
saben que ahora requieren inspirar
más que sólo  decir, hacer o normar.”

Las marcas exitosas son aquellas más cercanas y que reconocen ese recobrado protagonismo de las personas. Por eso, no es casualidad ni moda, que se hable de marcas más humanas que sepan inspirar más que sólo hablar. Esta integridad será percibida por las personas y hará que se acerquen pidiéndolas, usándolas y recomendándolas. Livy Alvey, en su obra Relationship Marketing, explica que más allá de que “las marcas se enfrenten a competidores con productos idénticos, se puede crear lealtad de marca focalizando los esfuerzos en la conexión emocional.” Esta emoción parte de la experiencia que se genera en la persona y va luego a incorporarla como algo positivo o negativo hacia la marca. De la misma manera como comenta Manel Risa en su artículo en Company Trnd: “Se ha demostrado que aquellas comunicaciones con un mayor impacto emocional son las que repercuten positivamente sobre las ventas. Es decir, aquellas acciones de marketing que nos diferencian de la competencia mediante las emociones nos permiten atrapar la atención del consumidor y crear una conexión a largo plazo.” La experiencia y los sentidos se convierten, de esta manera, en las puertas que nos conectan con las personas y que permiten a las marcas crear y mantener valor emocional sobre el cual se construye posteriormente una sólida relación comercial.


 “Las personas ahora cuestionan
conscientemente con conocimiento
lo que antes aceptaban inconscientemente
 por desconocimiento.”

La comunicación del siglo XXI pasó de ser un mensaje marca-consumidor a ser una conversación persona-persona. Por eso ya no debemos de hablar de consumidores en nuestras estrategias, ahora las personas quieren ser reconocidas como tales y han tomado el poder. El mensaje es claro para las marcas con hábitos tradicionales: “No somos consumidores, somos personas; y premiaremos con nuestra fidelidad a quien nos trate así”.  Las marcas antiguas hablan de consumidores mientras que las nuevas conversan con personas.  



“La gente habla de cambiar y de adaptación, pero ellos no ven cuán rápido la competencia está viniendo. Tenemos que movernos. No tenemos otra opción.”
Bob Greenberg

El actor principal pasó de un momento a otro del desconocido de la pantalla de televisión a mi rostro en la pantalla del celular. “La experiencia ahora no es tuya, ese momento ahora es mío. Si deseas ser mi marca dame experiencia, aparte de un buen servicio y por supuesto un buen producto.”, parece ser el mensaje de las personas a las marcas. Elena Alfaro, experta en experiencia de usuario, comenta: “En pleno siglo XXI la satisfacción del cliente ya no es suficiente, para diferenciarse se necesitan experiencias. Las experiencias son fuentes de emociones y las emociones son el motor de la toma de decisiones. No existe futuro para aquellas empresas que no las tengan en cuenta a la hora de hacer sus estrategias” Las personas premian las experiencias generadas por las marcas por sobre la propia lealtad a las mismas. Los consumidores eran fieles a las marcas, las personas ahora son fieles a la experiencia.

Aquí les alcanzo también algunos links a mis videos sobre este tema:


El Círculo Dorado de la Excelencia en Experiencia Cliente

Excelencia en Servicio al Cliente: La importancia del Nombre

Como vender más controlando el tunel de conversion del shopper - Anuor Aguilar

Marketing Experiencial: ¿Cómo comunicar nuestra marca en los tiempos de las redes sociales?

¿Cómo hacer una Planificación Estratégica Exitosa en 5 etapas?

Cómo Ganarle a la Competencia sin bajar los Precios - El Factor del Valor Diferencias

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