Eficiencia: Velocidad no es sinónimo de desesperación.
“Cada mañana, una gacela se despierta
en África.
Sabe que debe correr más que el león más rápido si no quiere morir.
Cada mañana un León se despierta. Sabe que debe correr más que la gacela más lenta o se morirá de hambre.”
Sabe que debe correr más que el león más rápido si no quiere morir.
Cada mañana un León se despierta. Sabe que debe correr más que la gacela más lenta o se morirá de hambre.”
No importa si eres una gacela o un
León.
CUANDO SALE EL SOL, YA DEBES ESTAR CORRIENDO.
CUANDO SALE EL SOL, YA DEBES ESTAR CORRIENDO.
Rapidez
no es sinónimo de desesperación. Quien desespera tropieza, choca y encuentra
fácilmente interferencia. Quien es veloz encuentra seguridad en el camino y es
capaz de visualizar los obstáculos para mantener su velocidad. Serenidad es lo
opuesto a desesperación. Pánico es el extremo de la desesperación. Un buen
líder se mantiene en la zona de serenidad para guiar a su equipo. Un buen
ejecutivo toma decisiones con serenidad con el marco de su estrategia.
“El saber no es suficiente, debemos aplicarlo. El querer no es
suficiente, debemos de hacer.”
(Bruce
Lee)
El ejecutivo espartano hace, no dice. El ejecutivo
espartano entrega, no pide. Concentración y esfuerzo están alineados con su
objetivo. La falta de concentración genera más ineficiencia que la falta de
dedicación. Pocas horas bien dedicadas son más potentes que mucho tiempo
disperso. Tirar agua no es lo mismo que
regar las plantas. Hablar mucho no es lo mismo que conversar consistentemente.
Moverse mucho no siempre es lo mismo que avanzar. Aquí reside el principio de
concentración y esfuerzo.
Hacer bien lo que se debe de hacer. Un soldado a
quien le encargan una trinchera tiene la responsabilidad de su vida y de la del
resto de su equipo. No importa que tan grande o pequeña sea la tarea, la responsabilidad
del todo permanece en ella. La porción es siempre una parte del todo. El
eslabón más débil es el que da la fortaleza a la cadena. La grieta más pequeña es
la que da la solidez a la represa. El imponderable valor de la parte para un
todo es siempre es la esencia de lo vital. Por eso, un ejecutivo espartano sin
comprender necesariamente la relevancia de la tarea encomendada sabe que debe
de hacerla muy bien.
“El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y sin embargo, nadie puede
desatar lo que él ha unido.”
(Lao Tse).
Lo eterno existirá siempre a pesar del tiempo. Una
estructura fuerte lo es por sus cimientos y no por su decoración. Un concepto
será claro por su esencia y no solo por las palabras que lo rodean. Un regalo
es hermoso por la intensión y no por el color del papel que lo envuelve. De la
misma manera la consistencia de los hechos lo son por sus fundamentos y no solo
por sus sustentos. Lo sólido no pierde su solidez ante lo débil.
La fortaleza de un ejecutivo espartano parte desde el
interior hacia el exterior. Se comporta como es y por lo tanto no es necesario
demostrar. Cada paso que da es sólido y por lo tanto no es necesario defender. Hace
antes de predicar, por lo tanto no es necesario sostener. Es sereno y
consistente en sus movimientos y por eso no necesita más velocidad. Se entrena en épocas de calma por lo que está preparado
en momentos de crisis. El ejecutivo espartano sabe que más que un título, lo
que posee es un estilo de vida.
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