¿Puede nuestra marca ser más humana o más humanoide?


¿Puede algo que no es humano tener características humanas? Lo más cercano a esto sería un humanoide. El termino humanoide significa cualquier estructura corporal que se asemeja a un cuerpo humano. Este tipo de estructuras las hemos visto mucho en las películas de ciencia ficción en donde “cosas” buscan parecerse a los seres humanos. Muchas de estas intentan parecerse pero no llegan a serlo. ¿Puede pasarle esto a las marcas?

Cuando hablamos de organizaciones más  humanas el significado que le damos es que tienen más sensibilidad en lo que hacen. En este sentido una organización más humana es aquella que calza con los valores y formas de comportarse de un grupo humano. Ser humano también es sinónimo de “no ser insensible”.  Cuando hablamos de hacer marcas más humanas nos referimos a las marcas que tienen un rostro visible y un comportamiento similar al nuestro. Las personas se identifican con las marcas cuando estas se vuelven más humanas.  Entonces, al buscar que nuestras marcas se humanicen lo que buscamos es que  logren una mayor identificación y conexión con los consumidores.   

Parte de la solución a este objetivo la tienen los actuales medios y redes sociales ya que permite la interacción en dos vías con nuestros consumidores. Los medios sociales permiten a las marcas acercarse, ser auténticas, reflejar sus actitudes, restricciones y problemas. Todo esto es ya bastante más humano. Esto es un buen paso en ese sentido.

La interrogante ahora no es  si las marcas “pueden comunicarse” sino si “saben comunicarse”. Las empresas  tienen en la actualidad la posibilidad de gestar una relación bidireccional con sus consumidores y dejar la antigua posición acartonada del pasado. En el siglo XX la relación más cercana que tenían las marcas era al mismo tiempo la más lejana: la televisión. Al final del siglo pasado ya había por lo menos un televisor en cada hogar del mundo, sin importar la clase social o económica que se hablase. Esto acercó las marcas a los usuarios pero no permitió una vía de comunicación en dos sentidos. Las marcas hablaban pero no tenían que escuchar.

Cuando llegó el cine hablado todas las estrellas del cine mudo desaparecieron. ¿Pasará lo mismo con las marcas? Ahora se ha abierto una gran oportunidad para comunicarnos más, ¿pero estamos preparados para hacerlo mejor?

Siguiendo la tendencia y gran marea, las empresas abren las puertas de la comunicación con cuentas en: Twitter, Facebook, chats, páginas interactivas y todas redes sociales que estén disponibles. Ahora son más modernas y han hecho lo que sus agencias de publicidad les han indicado. Muchas no se dan cuentan que se ven como viejitas subidas en una moto con pantalonetas apretadas.

Lo que no aporta puede destruir.  Si se quiere abrir la caja de Pandora, hay que saber hacer como hacerlo. ¿Están preparadas las empresas? Cambiar de un comercial de treinta segundos a una relación interactiva es como pasar del saludo al matrimonio. Antes la relación entre las marcas y sus consumidores era como el de un padre que solo pagaba el colegio y se desaparecía de la casa los siguientes veintinueve días. Ahora eso ha cambiado.

Para comunicarse hay que saber hacerlo, ser sinceros y por lo menos parecer auténticos. También debemos de responder los correos y mensajes. No dejar consumidores esperando respuestas y estar al nivel de la expectativa creada. Para ser aceptado y lograr un buen sentimiento las marcas deben de ser auténticas y no sólo parecer el político que está en campaña. Para ser humana, hay que parecer por lo menos humano. 

La buena intensión se puede convertir en un mal resultado. Si  no se hace bien se corre el riesgo que salga el tiro por la culata. Una mala estrategia puede convertirse en un borrador de marcas y que en lugar de atraer alejará a nuestros consumidores.

 Si no lo hacemos bien, nuestra marca terminará pareciendo el humanoide las películas en blanco y negro: torpe, inexacto y hasta cercano a la burla.

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